Tuesday, April 4, 2017

Torre de Babel


Le hablé a Z. No aguantaba más. Ella también lo  había notado pero no le dió la importancia necesaria a lo que estaba pasando. Me dijo que pensó que sería pasajero como en aquellos tiempos de oscuridad medievales. Yo lo consideraba peor que eso. Los pulgares de manolo se comportan como quien pierde la cordura. Practican una danza frenética y sin ningún control que solamente alguien ebrio o fuera de su juicio podría practicar. Corren de arriba a abajo, de derecha a izquierda o diagonalmente contorsionandose en milésimas de segundo sobre los grafemas que las teclas del teléfono muestran en su pantalla cristalina. No se si has visto sus rostros Z. Es seguro que están confabulados con el cerebro de Manolo y en ocasiones pienso que disfrutan su alocado baile. Mientras danzan, reúnen estos grafemas para formar palabras carentes de ortografía y , lo que es peor, parece que han secuestrado el punto, al signo de interrogación y a la tilde. Nunca habìa visto a los pulgares tan ocupados, tan superiores. Es verdad que tienen sus privilegios pero esta vez se les ha ido la mano. Sólo para contarte un ejemplo, la semana pasada escribieron ordenados por Manolo “Tomas esta”. Su receptor contestó “si”. Yo, confundido, intenté darle mi primera interpretación: ¿Qué era lo que Manolo afirmaba y que su receptor tomaba?. Pensé tal vez que él, su receptor, estaba a una distancia lo suficientemente prudente para mostrarle algún tipo de bebida. Eso me tranquilizó e intenté darle sentido a la pequeña oración sin punto (aunque no lograba entender si la ausencia de punto significaba que iba a seguir escribiendo). En mi enredo lingüístico quedé aún más confundida cuando vi la respuesta: un si condicional. Esperé un momento para ver si el receptor seguía escribiendo para construir su oración. Pero después de dos minutos, Manolo volvió a poner sus pulgares en movimiento. Me dije que tal vez iba a completar su primera oración y sonreí no por mucho tiempo porque ahora leía el caos del diálogo: “Dile que me llame por favor”. ¿Quién Z, que lo llame quién? ¿Si me entiendes?. Z se quedó callada y lo único que atinó a decir fue: no te creo A. Es muy confuso. Hasta no ver, no creer. Z, es la torre de Babel una vez más.

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