Wednesday, November 9, 2016

Escoge tu eternidad

Anoche soñé que elegía mi eternidad. 


Frente a mi se proyectaban muchas imágenes que podía ver, oler  y sentir. Algunas, las de buenos recuerdos, se ralentizaban.

En la primera  tengo cinco años y camino agarrado de la mano perfumada, suave y tibia de mi mamá. Caminamos hacia un estudio fotográfico cerca de mi casa Me tomarán una foto que requieren en el kínder donde comenzaré mi vida escolar. Huele a guayaba y mi corazón late a mil solo de pensar que me espera la escuela. Llevo puesto un uniforme nuevo y en mi mano un lápiz. Puedo oler la tela de mi ropa y la madera de mi lápiz sin estrenar. En la segunda imagen estoy en casa de mi abuela, una mujer grande y gruesa con un vestido crema, medias veladas y zapatos negros. Tomamos café preparado en el fogón de petróleo de su casa. Mi abuela siempre sonríe, siempre canta, siempre feliz. Huelo el adobe húmedo de sus paredes e intento ver la oscuridad profunda de la noche cuando se apagan todas las luces del cuarto donde dormiré. Lucía aparece en la tercera imagen. Vamos al sexto grado. Estamos parados uno frente al otro debajo de un arbusto de hojas verdes, pequeñas, gruesas y brillantes con flores rosadas. Ella es trigueña y su sonrisa es blanca. Nos hemos puesto una cita para darnos el primer beso de nuestro noviazgo prematuro. Sus labios son fríos y suaves. El beso dura un segundo pero yo no distingo el tiempo. En la siguiente imagen estoy frente a una formación militar y el oficial de turno grita, compañía puede retirarse. Viva Colombia decimos todos, nos damos media vuelta y salimos hacia nuestras casas para nunca jamás volver a ese infierno. Luego aparece la siguiente imagen. En ella, estoy  en un pasillo en una clínica. La enfermera dice mi nombre, yo me acerco  y me muestra a mis hijas recien nacidas que lloran con todas sus fuerzas y mis labios esbozan la sonrisa más limpia jamás experimentada. En la última imagen camino por el parque del coquito que está invadido por pequeñas hojas redondas aferradas al suelo y acompañadas por bambúes que se  yerguen alrededor. Mientras continúo caminando, dos guaguas me miran extrañadas por mi sorpresiva presencia y por alguna razón que no comprendo, se lo que piensan.Una, aterrada, le comenta a la otra que ya nadie camina por allí. Camino por veinte minutos más. Los árboles de tallo grueso, quebradizo y de raíces mohosas hacen su aparición por el sendero. Las paredes de las pocas casas han sido abrazadas por pequeñas hojas del verde más vivo que he visto en mi recorrido. Las imagenes se detienen. 


Escoge tu eternidad, una voz dice. 

4 comments:

  1. Un precioso recorrido por tu vida en el que parecía estar viéndote en cada imagen.
    Una curiosidad, ¿ Qué es una guagua ? porque en Canarias son los autobuses.
    Saludos desde Barcelona

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    1. Hola. Gracias por tu comentario. Guagua es un roedor grande.También se les llama pacas comunes. Saludos.

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  2. Muy bueno.
    Besitos.
    Ah Feliz Navidad

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