Pausa

Ser práctico o pragmático. Muchas veces me causa aversión y un poco de dolor de estomago.
No era lo mismo comprar una arepa troquelada por máquinas industriales de producción masiva que hacerla con máquina de moler sentado alrededor de la abuela, mi mamá, mis hermanos y mis primos riéndonos de todo, de nosotros mismos. No es igual tomar un taxi de mi casa al supermercado que caminar las diez cuadras y mirar que pasa alrededor: Un coquito temeroso que bebe agua en el río Meléndez, un gavilán altivo que mira hacia el horizonte jugando a ser el rey, el sonido suave, natural y melódico del río.
No es lo mismo discutir ideas y dejarlas pendientes para mañana que tomar decisiones predecibles por la premura del tiempo y arriesgar la certidumbre. No tiene más sentido acelerar mi carro por la carretera que recorrer la misma zona, detenerme en la mitad del camino y sostener la respiración por unos segundos esperando maravillarme con la aparición de una lagartija ataviada de mil colores en el pastizal de las zonas verdes de la universidad.
Es muy diferente ver la película resumida en dos horas a comerse el libro por pedacitos saboreando lo que tomó años en cocerse para evitar omitir detalles.
Montar en bicicleta, ver gente, pensar en què vidas llevan. Eso no es práctico. Eso es vida.