Decisión
Y el dedo meñique,
cansado de millones
de años de matoneo
de todos los miembros
del cuerpo que lo ignoraban
por su supuesta inutilidad
y la indiferencia del cerebro
como autoridad,
decidió cometer una locura.
Convenció, con dinero de por medio,
a tres millones de neuronas
para que le ayudaran con su plan.
El día que Luis, el dueño del cuerpo
donde residían,
invitó a su cita a su casa,
esperaron a que este comenzara
a cocinar y cuando cogió el cuchillo
para picar las verduras,
las neuronas, fieles a su plan,
cortaron el dedo atribulado.
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